Martes, 1 de marzo

SEXTA ESTACIÓN: Verónica limpia la cara de Jesús

“Jesús le dijo, ‘Hija, tu fe te ha salvado; vete en paz.’” (Lucas 8,48)

Es tentador para nosotros eliminar la naturaleza humana de este tiempo, verlo en términos de grandes estatuas de mármol y vitrales. Sin embargo, lo que Verónica hizo estaba lejos de ser limpio o sencillo. He aquí una mujer que literalmente se empuja a sí misma—su cuerpo—en el corazón del sufrimiento y la lucha, en una multitud ruidosa que apenas puede permitirle seguridad. Se trata de una mujer que hizo las normas culturales y los tabúes a un lado y tomó acción.

Se trata de una mujer que tocó la pobreza en su forma más cruda. ¿Y para qué? El rostro de Jesús estaba herido y ensangrentado; un poco de tela no iba a cambiar eso. Él iba rumbo a su muerte, de todos modos—¿por qué perder el tiempo y recursos para tocarlo?

También nosotros podríamos estar tentados a pensar de esta manera cuando nos enfrentamos al abrumador desafío de la pobreza global, del sufrimiento humano. Pero nunca hay que subestimar el valor de simplemente estar presente para otro ser humano, que comparte en la santidad y dignidad de ser creado a imagen y semejanza de Dios.

 

La comunidad católica de los Estados Unidos ha estado presente a través de Catholic Relief Services en países asolados por la guerra como Ruanda, Colombia y la República Centroafricana. ¿Qué significa estar al lado de una comunidad a largo plazo, seguir con nuestro compromiso de estar presente con aquellos que sufren, incluso cuando la esperanza parece casi perdida? ¿Es esto lo que Verónica hizo por Jesús? ¿Es esto lo que Jesús nos pide?