Viernes, 4 de marzo

VIDAS DE LOS SANTOS: Nuestra Señora de Kibeho

¿Alguna vez se han preguntado por qué pasan cosas malas? ¿O por qué Dios permite que persista el mal? Cuando ocurren tragedias, dificultades y sufrimientos, a menudo nos quedamos con la sensación de  impotencia y angustia—incluso de enojo. Clamamos a nuestro Dios que es amor y asombro: ¿Dónde se puede encontrar ese amor?

En el derecho internacional, el genocidio se considera la focalización intencional y asesinato de un grupo específico de personas. El genocidio de Ruanda se erige como un momento marcado en la historia, un momento de oscuridad y odio que continúa preocupando a los corazones de aquellos en Ruanda y los alejados de sus fronteras. ¿Cómo es que la gente pudo provocar tal violencia mortal?

Pero entonces se nos recuerda la historia de Kibeho, la aparición de la Santísima Virgen María a tres niñas de escuela preparatoria. María se apareció primero a Alphonsine Mumureke el 28 de noviembre de 1981, identificándose como “Ndi Nyina Wa Jambo”, que significa “Madre de la Palabra.” María continuaría apareciendo a Alphonsine hasta 1989. Anathalie Mukamazimpaka y Marie Claire Mukangango también recibieron mensajes de María, aunque en un período de tiempo más corto.

El mensaje de la Santísima Madre estaba mezclado con alegría y alerta. Ella llamó a la conversión, haciendo hincapié en la importancia de la oración, la penitencia y el ayuno. A través de estos pilares espirituales, la paz triunfaría sobre la división, tanto en Ruanda y más allá. Las tres estudiantes de preparatoria recibieron una visión preocupante de lo que sucedería si no se lograba la paz. Vieron la violencia, la destrucción y la muerte rebasar a Ruanda—lo que muchos consideran como un presagio del genocidio ruandés.

Cuando San Juan Pablo II visitó Ruanda en 1990, él también llamó a las comunidades a orar por la sanación de las divisiones locales, recordando a todos los ruandeses a recurrir a María como una guía. En 1992, comenzó la construcción de un santuario en Kibeho, llamado el “Santuario de Nuestra Señora de los Dolores”. Y, sin embargo, en 1994 estalló la guerra civil cuando los hutus se volvieron en contra de los tutsis y los tutsis en contra de los hutus, dejando a cerca de un millón de personas fallecidas a raíz de la división étnica.

Los pilares espirituales que la Virgen señaló—la oración, la penitencia y el ayuno—siguen siendo esenciales. Y su llamado a la paz en nuestro mundo sigue siendo pertinente. Aunque puede que nunca podamos entender por qué estalla el caos dentro de las comunidades, podemos confiar en que nuestro Dios, que es amor, clama con nosotros en medio de tanto odio. Podemos saber que nuestro Dios—que sabe lo que es sufrir, al ser clavado en una cruz—sufre con nosotros. Y podemos confiar en que, si tenemos ojos para ver, Dios sigue trabajando a través de nosotros para actuar sobre el llamado del Espíritu.

El pueblo de Ruanda sufrió mucho, al igual que muchos en nuestro mundo de hoy—pero la esperanza y la alegría permanecen. La Historia de la esperanza de Plato de Arroz de CRS sobre Ruanda lo demuestra. Al reflexionar sobre ello, ¿dónde puedes encontrar la esperanza—tanto para el pueblo de Ruanda, y para su propia comunidad?