Domingo, 26 de marzo 2017

 

UNA CULTURA DE ENCUENTRO

Si «los desiertos exteriores se multiplican en el mundo porque se han extendido los desiertos interiores»[152], la crisis ecológica es un llamado a una profunda conversión interior. Pero también tenemos que reconocer que algunos cristianos comprometidos y orantes, bajo una excusa de realismo y pragmatismo, suelen burlarse de las preocupaciones por el medio ambiente. Otros son pasivos, no se deciden a cambiar sus hábitos y se vuelven incoherentes. Les hace falta entonces una conversión ecológica, que implica dejar brotar todas las consecuencias de su encuentro con Jesucristo en las relaciones con el mundo que los rodea. Vivir la vocación de ser protectores de la obra de Dios es parte esencial de una existencia virtuosa, no consiste en algo opcional ni en un aspecto secundario de la experiencia cristiana.

– Papa Francisco, Laudato Si’

¿Dónde encuentro a Cristo en la creación? Al encontrar a Cristo en la creación, ¿reconozco mi responsabilidad de estar en buena relación con el medio ambiente? ¿Cómo puede un encuentro con Cristo— presente en el clamor de la tierra y de los pobres—estimular mi conversión ecológica?