Domingo, 9 de abril de 2017

 

DOMNINGO DE RAMOS

“Sin embargo se redujo a nada, tomando la condición de siervo, y se hizo semejante a los hombres. Y encontrándose en la condición humana, se rebajó a sí mismo haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.” — Filipenses 2,7-8

El Domingo de Ramos marca el inicio de la Semana Santa, uno de los momentos más significativos del año de la Iglesia. Durante esta semana, caminamos con Cristo desde su entrada triunfal en Jerusalén hasta su última comida con sus amigos más cercanos y por último a su muerte en la cruz.

Mientras caminamos con Jesús, recordamos a los innumerables hombres, mujeres y niños que aún hoy en día llevan pesadas cruces: cruces del hambre, de la falta de vivienda, de la falta de recursos o seguridad. En estos hermanos y hermanas nos encontramos a Cristo, Cristo que sigue caminando ese largo camino hacia el Calvario.

Esta última semana de Cuaresma es un tiempo, también, para reflexionar sobre aquellas palabras de San Pablo a los Filipenses. Jesús se despojó a sí mismo por nosotros; ¿cómo podemos despojarnos para los demás? Nuestras oraciones de Cuaresma, el ayuno y los donativos nos han preparado para luchar con esta pregunta.

Debemos recordar siempre que la Semana Santa da paso a la Pascua; el ayuno se convierte en un festín. Dios triunfa. Mientras nos preparamos para celebrar la alegría de la Pascua, es nuestra responsabilidad como miembros de una sola familia humana de Dios compartir esa alegría con todo el mundo, cerca y lejos.