Martes, 15 de marzo

DÉCIMA ESTACIÓN: Jesús es despojado de sus vestiduras

“El universo está inquieto…pero le queda la esperanza; porque el mundo creado también dejará de trabajar para el polvo, y compartirá la libertad y la gloria de los hijos de Dios.”  (Romanos 8,19-21)

Cuando pensamos en los bienes de los que los pobres son despojados a diario, probablemente hay varios artículos clave que vienen a la mente: alimentos, agua y refugio, por nombrar algunos. Tan a menudo vemos países ricos en recursos y, sin embargo los pueblos de esos países sumidos en la pobreza. ¿Cómo nos aseguramos que las maravillas del mundo natural se utilizan de una manera sustentable y equitativa? Dar a un hombre un pescado, como dice el viejo refrán, sólo resuelve el problema por un día.

El Papa Francisco lo expresa mejor en su encíclica, Laudato Si: ” Pero hoy no podemos dejar de reconocer que un verdadero planteo ecológico se convierte siempre en un planteo social, que debe integrar la justicia en las discusiones sobre el ambiente, para escuchar tanto el grito de la Tierra como el grito de los pobres.”

El medio ambiente y las personas que lo habitan están interconectados; toda la buena creación de Dios es una. Dios nos llama a ser buenos corresponsables de los recursos que nos ha dado, a cuidar unos de otros mediante el intercambio y la colaboración, en lugar de tomar todo lo que podemos conseguir ahora y preocuparnos por los demás después. Al fin y al cabo, enseñar a un hombre a pescar será de poco valor si le hemos dejado un estanque contaminado.