Una Historia de Esperanza de Guatemala

Comidas nutritivas para los niños. 

Ana Belén y su esposo, José, tienen cuatro hijos y están esperando un bebé. Viven en una casita en Santa María Chiquimula, Guatemala. Su hijo Francisco, de nueve años dice que “es un lugar feliz para vivir, pero a veces también es difícil vivir aquí”. Y no se equivoca. En su comunidad, la desnutrición afecta a más de la mitad de la población porque las personas no pueden llevar comida a sus hogares.  

Hace casi cinco años, cuando empezó la pandemia del COVID-19, José perdió su trabajo como chofer. Eso trajo problemas para la familia. Y aunque la pandemia terminó, las cosas no volvieron a la normalidad. Los precios de los alimentos aumentaron y los huevos cuestan dos veces más. Además, las fuertes lluvias dañaron las cosechas e hicieron que los precios de las verduras, como los tomates, las cebollas y el maíz también subieran. 

Cuando Ana Belén iba al mercado, casi no compraba nada. El poco dinero que tenía no le alcanzaba ni siquiera para comprar lo básico. “A veces lloraba porque no tenía nada que darle a mis hijos”, recuerda. 

Ana Belén camina con dos de sus hijos hacia su escuela donde ella recibe huevos y otras raciones de comida para su familia. Foto de Oscar Leiva/Silverlight para CRS 

“No quiero ver a mis hijos sufriendo hambre. Gracias a Dios apareció este proyecto”.

—Ana Belén 

Ana Belén (segunda desde la izquierda) con sus hijos Francisco, 9 años, Joseph, 1 año, Dylan, 6 años, y Fiderlia, 4 años. Foto de Oscar Leiva/Silverlight para CRS 

Ahora la familia participa en un proyecto de Catholic Relief Services que ayuda a combatir el hambre en lugares con alta inseguridad alimentaria, es decir, donde la gente no tiene suficiente comida. A través del proyecto, Ana Belén va cada dos semanas a la escuela de sus hijos para recibir alimentos como maíz, frijoles, arroz, aceite vegetal y huevos. “Me dio mucha alegría cuando me empezaron a dar los huevos”, cuenta. A sus hijos les gustan mucho los huevos, sobre todo los huevos duros con frijoles y por eso se aseguran de recordarle a su mamá el día que tiene que ir a recogerlos. La familia de Ana Belén ahora come platillos nutritivos todos los días y también llevan a sus hijos a exámenes médicos cada mes como parte del proyecto.  

Es muy importante tener comida saludable para que los niños crezcan fuertes y tengan la energía para aprender y jugar, así como Francisco, a quien le encanta jugar a la pelota con sus primos y en la escuela. 

Esta Cuaresma, prepara sopa de frijol negro, un platillo sin carne que se acostumbra comer en Guatemala. 


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